El colapso de la institucionalidad y Venezuela en 2020

 


Publicado originalmente en Aporrea.org el 26 de diciembre de 2020

Por Adolfo González


Sistemas, armonía y caos: Un sistema es un conjunto de elementos y estructuras que funcionan entre sí, comparten energía y funciones, deben estar en movimiento para emplear esa energía, además tienen un propósito y comportamiento circuital o circular, es decir que el conjunto de procesos que realiza el sistema pueden repetirse indefinidamente (en teoría) a través del tiempo, en la práctica hay elementos ajenos a los sistemas (fuente de energía, deterioro de sus partes, intromisión de factores exógenos) que tienden a transformar, parar o destruir el sistema. Como ejemplo podemos hablar del sistema vivo que compone nuestro cuerpo, este aunque tiene un funcionamiento “perfecto” puede detener su funcionamiento cuando una de sus partes (estructuras o subsistemas) se deteriora por la edad, el uso o la acción de algún agente exógeno (enfermedad o violencia).

            Otro ejemplo podría ser una computadora, esta puede realizar un conjunto de tareas que le son propias gracias a la acción de sus partes (estructuras), pero que puede cesar si el usuario decide apagarla. En cuanto al cambio de un sistema podríamos hablar de la liturgia católica, esta debió modernizar una de sus partes, el idioma culto en que se celebraba, el latín, para dar paso a las misas en lengua vernácula, es decir el idioma que se habla en la localidad donde se imparte el culto, esto fue necesario para adaptarse y no perecer ante los cambios de un mundo más laico.

            Un sistema que sirva de ejemplo en cuanto a uno que no logro superar los cambios es el sistema imperial romano antiguo, este imperio sustentado en la oligarquía noble y tribuna que a su vez estaba cimentada en el esclavismo como sistema de producción, no logro adecuarse a la superación técnica del esclavismo y la introducción de reformas de distribución de la tierra introducida por los pueblos de la Europa no romanizada que introducen el feudalismo como un nuevo sistema económico, que a su vez levanta a los señores feudales como nuevos líderes del orden social.

            Todo sistema está compuesto como ya se mencionó de estructuras y procesos, en las sociedades las estructuras son  las organizaciones e instituciones sociales que ejecutan los procesos del sistema, mientras que los procesos son las acciones que emplean la energía y dan movimiento al sistema lo que es la vida misma del sistema.

            Todo sistema tiene, de manera general y sin ánimos de establecerlo de manera definitoria, 2 estados, un estado de armonía y otro de caos.

            La armonía es el estado de aparente normalidad y funcionamiento óptimo del sistema, sus estructuras o partes ejecutan las acciones de forma fluida y como se supone debe de ser, a nivel societario esto puede ser contradictorio con el concepto mismo de armonía, ejemplo la lucha contra la delincuencia que no necesariamente significa erradicarla, sino mantenerla en niveles que no amenacen las estructuras e instituciones sociales, aunque estén generando daños y muerte. A sí mismo la contaminación o las protestas sociales, las enfermedades o la educación, tienen niveles “armónicos” de funcionamiento en una sociedad dada, estos niveles varían de sociedad en sociedad y en momento histórico.

            El caos es el estado aparente de destrucción o no funcionamiento y aparente deterioro de un sistema, en este estado de cosas una sociedad se encuentra en crisis o sin alguna estructura la cual desaparece y hace tambalear a las demás por el “hueco” que ha dejado. Una sociedad puede afrontar un momento de caos o incluso varios sin desaparecer, ya que todo sistema puede transformarse sin desaparecer, ya sea reemplazando la estructura desaparecida o reformándola sin necesidad de conmover profundamente el resto de las demás ni el funcionamiento y energía general del sistema. Cuando un sistema no es capaz de superar la perdida de una o varias estructuras, entonces este se desploma, pudiendo sobrevivir una o varias estructuras del mismo y ser transplantadas a un nuevo sistema. Un sistema que muere deja un espacio que es ocupado por un nuevo sistema que surge por la necesidad misma de la existencia, en las sociedades es la necesidad de organización la que lleva a la aparición (consiente o no) d un nuevo sistema diferente al anterior.

            Gracias al marxismo sabemos que esta armonía y caos son aparentes, ya que ninguna sociedad está exenta de contradicciones en ella misma (de tipo institucional o técnica) que la empujar al cambio y el movimiento, es decir la dialéctica. Un sistema aparentemente armónico en realidad posee fricciones en sus funciones provocadas por sus estructuras, que generan crisis, que desatan periodos de aparente caos, que en realidad son solo crisis generales que buscan una resolución de funcionamiento, de allí que el caos no es más que el encausamiento de algo no funciona por una vía radical a un nuevo estado de  funcionalidad.

            Un sistema, para mantenerse, busca evitar las crisis o periodos de caos intensos o agudos, y extender lo más posible los periodos armónicos y de resolver dentro de ellos mismo las fricciones de sus estructuras, los países y sociedades que no logran estructuras eficientes y armónicas viven en constante crisis y caos, lo que impide su progreso y los vuelve victimas de sociedades mejor organizadas y más armónicas.

            Todo lo anterior expuesto solo puede encontrar su explicación más racional y precisa por medio del entendimiento de la lucha de clases como motor de la historia y las fricciones estructurales de los sistemas sociales y productivos, apelar a otras explicaciones (metafísicas, etnocéntricas o fatalistas) conduce inevitablemente a conclusiones erradas.

 

Crisis cíclicas: Todo lo anterior dicho se categoriza simplemente como “crisis cíclicas” en los sistemas sociales, que están determinados por sus estructuras económicas. Cuando hay problemas de producción, las instituciones entran en caos ya que las fuentes de energía de las estructuras sociales no poseen la fuerza para realizar de forma armónica sus acciones o funciones, y aumentan las fricciones y el caos. El capitalismo venezolano, posee sus particularidades, que le determinan el tipo de armonías y estados de caos aparente que le son naturales.

 

Venezuela hoy y sus estructuras: Actualmente Venezuela vive su mayor crisis o estado de caos su historia republicana, no tanto por su extensión cronológica como por su intensidad.

            Las estructuras sociales venezolanas están deteriorándose a una velocidad y simultaneidad intensas y agudas. Venezuela, un país tradicionalmente receptor de migrantes ha pasado a un país generador, con ya casi 6.000.000 de migrantes en 6 años desde la agudización de la crisis, esto según los reportes más imparciales que se pueden pedir dese la ACNUR. Otra institución venezolana en crisis son las fuerzas armadas y las fuerzas policiales, las cuales son percibidas de forma negativa por la población, ya sea por percepción subjetiva, así como por hechos objetivos como la corrupción y la violación de DDHH.

            Las estructuras económicas están laceradas y en una sangría que no se ve que medico pueda detener, la producción agrícola viene en retroceso desde la explotación a gran escala del petróleo (aproximadamente desde los años 1940 con el éxodo agrícola, diferentes fuentes dan diferentes fechas, esta es un aproximado) pero ahora a la deteriorada actividad del campo se le suma un sicariato campesino solo comparable al colombiano, y lo que es peor, la industria manufacturera, la cual en realidad era dependiente del petróleo pero que aportaba empleos, han caído en picada junto con nuestra principal industria nacional por casi 80 años, el negocio de petróleo. La industria petrolera venezolana llego este 2020 ha parar sus operaciones de extracción (que llegaron a menos de 400.000 barriles por día cuando se supone debían de ser 3.000.000 por día) por falta de compradores, esto que viene dándose desde hace unos 10 años se viene agravado por sanciones económicas de gran peso que inician en 2017 y que en 3 años cerraron múltiples mercados para nuestra mal administrada industria, estos datos son a vuelo de pájaro, otros autores han hondado mejor que el presente artículo sobre el tema.

            La política, tradicionalmente vivida en una polarización entre dos opciones, ahora se encuentra frenada por la desmotivación de las amplias mayorías que no creen en los mecanismos institucionales de resolución de conflictos. Y es en esto último donde se debe colocar el asento.

            Mucho se ha escrito, y faltara por escribir aún más, sobre cómo van 6 elecciones seguidas con una participación menor al 50% del padrón electoral, el pueblo trabajador venezolano ya no ve relevancia en participar en un proceso dirigido por instituciones desacreditadas, con unos actores políticos que empeñan tantas veces su palabra y la de la republica solo para engañar en cada ocasiones, y sin ningún rubor por hacerlo además.

 

¿Cuál es la amenaza?: Un país/nación está compuesto formalmente por su territorio, cultura, Estado y habitantes, pero en la práctica está compuesto por los dos últimos, el Estado depende de que la población ejecute sus disposiciones y crea (confié, de fé, reconozca) en sus instituciones o estructuras. Cuando un Estado llega a la situación de Venezuela en 2020 corre peligro y es deber de quien se digne patriota alzar su voz y acciones en protesta a quienes permitieron este estado de cosas. Al no participar ni reconocer algo, un ciudadano abandona esos espacios que pasan a estar desprotegidos y son susceptibles a ser tomados por otros, actualmente Venezuela está en esa situación, un Estado que está perdiendo la credibilidad y la institucionalidad de sus estructuras ante los habitantes, cada vez es más la inercia y no un sentimiento de pertenencia lo que mueve el funcionamiento sistémico de Venezuela, y quien desee refutar eso, refute los 6.000.000 de migrantes en 5 años o la abstención de 70% en las últimas elecciones y la correcta lectura de estos números. Sería un error creer que esto no viene de larga data y no entender el problema de forma sistémica, al forma de hacer política en Venezuela la está destruyendo.

 

¿Qué hacer?: Es necesario rescatar la institucionalidad, incluso si se desea destruirla más tarde, a diferencia de otros momentos históricos, Venezuela enfrenta en estos momentos una amenaza real del imperialismo norteamericano y europeo, y una de las múltiples lecciones que da Nicolás Maquiavelo en su texto el príncipe es que dejar entrar una potencia en un país para dividirlo e intentar recoger los pedazos no funciona (ejemplo que ilustra el italiano cuando comenta la invitación de Francia a España a participar en la repartición de la península itálica).

            Se debe de estructurar un nuevo patriotismo, de nuevo tipo (es decir socialista), que comprenda la nación no como territorio sino como colectivo humano y productivo, desechar sin sentimentalismos los ejemplos nacionales nocivos y abrazar los saludables. Destruir los vicios y oscurantismos presentes en el país y no romantizarlos como una forma simplona de hacer política y no esforzarse por resolver las carencias intelectuales y materiales del país.

            Hay que desterrar el patriotismo viejo e ineficiente, y abrazar en nuevo patriotismo eficiente, en fin compatriotas, hay que quitarse la camisa sucia.


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